miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mónika Jessen y su tributo al sabor

Habla con tanta emoción y sin tapujos sobre cómo elabora las galletas de miel, los ingredientes de las variedades de stollen, las frutas de las roscas navideñas, los queques al vino, los cupcakes, los alfajores, las galletas champaneras, los panetones y los croquembouches, que es imposible no sucumbir ante tantas tentaciones para el paladar. Así, con un capuchino de por medio, la instamos a recordar las navidades en su lejana Austria, porque Mónika Jessen es boliviana por matrimonio y cruceña por elección.

Le han hecho muchas entrevistas en los 38 años que está ligada a la pastelería Fridolín, por eso le pedimos que hable de la Navidad en su vida y en su negocio. Retrocedió 50 años y retornó a su tierra natal, desde donde emigró con sus padres Christian y María, y sus hermanos, cuando tenía 11 años.

- Hablenos de sus navidades lejanas en Austria
Desde noviembre mi mamá comenzaba a elaborar las galletas navideñas, en mi casa siempre se hizo postres, tortas y dulces, eso es muy común en Austria. Y la casa se llenaba de dulces sabores y olores, se respiraba las especias que se usaban para hacer las galletas, al aroma de los pinos, de las velas con las que se adornaban los ambientes, mientras jugábamos en trineo o sky sobre la nieve. Sentíamos en el aire el ambiente navideño, mis padres se encargaban de ello. Era un tiempo muy lindo. La Navidad era lo máximo.

- ¿Los mejores recuerdos de su niñez son gustativos?
Hace cincuenta años atrás no se conocía la piña en lata. Recuerdo la primera vez que mi mamá abrió una, ese aroma aún permanece en mi memoria, lo hallé el más rico del mundo.

- ¿Ha transmitido su gusto por la Navidad a sus hijos?
Claro que sí, esta es una fiesta muy celebrada, aquí lo hacemos igual, solo que no hace frío ni hay nieve. Ahora quisiera llevar a mis nietos a Austria para que conozcan de lo que hablo.

- ¿Hace personalmente todas las delicias de Fridolín?
Todos los días tengo que hacer alguna receta, si no es para la venta, aunque sea para la familia, invento y pruebo nuevos ingredientes.
Le he contagiado a mi hija mi pasión y a mis nietas, en esta época las pequeñas me ayudan a decorar las galletas navideñas.

- ¿Trabaja mucho en su empresa y más en estas fechas, tiene tiempo para usted?
Todo el día me dedico a lo que me gusta, a mi trabajo, la pastelería, por eso prefiero hacer una receta de algo nuevo que ir al salón de belleza. Aunque me arreglo por las mañanas para comenzar el día bonita. Pero eso no es lo más importante.

Y para descansar, los lunes nos vamos al campo, pero me desespero por cocinar y hornear, entonces regreso recargada.

Es que la Navidad empieza para nosotros a finales de noviembre y termina después del 6 de enero.

Ese es el ritmo navideño de Mónika que a sus 62 años y su gran optimismo aún sueña con exportar sus delicias y seguir creciendo fuera de nuestras fronteras.

Un tributo al sabor
Aquellos de fino paladar asocian el apellido de Monika con tortas, masas y dulces con la marca Fridolín, que es, hoy en día, la cadena de pastelerías más grande del país. Cuenta con 12 sucursales en Santa Cruz y cuatro en La Paz, y a punto de abrir cuatro centros más en esta ciudad. Con 20 establecimientos se consolida como la empresa pastelera de mayor expansión a nivel nacional. Y ella lidera este emprendimiento familiar desde hace 28 años, junto a su mejores aliados: su esposo y sus hijos

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