jueves, 20 de febrero de 2014

Vegetarianismo, sin sufrir consecuencias

Te decidiste a cambiar de vida, y quieres tener una dieta vegetariana. Pueden haber muchos motivos para adoptar el cambio: enfermedad, religión, un régimen para bajar de peso, respeto a la vida de los animales o responsabilidad con el medio ambiente en rechazo a la ganadería, entre otros.

Si la elección está hecha, no queda más que ser congruente.

Si consumiste carne toda tu vida, la convicción no será suficiente. Será necesaria la supervisión en tu nueva dieta de un especialista para evitar que te enfermes o debilites tu cuerpo por la carencia de nutrientes a los que lo tienes acostumbrado. La palabra dieta proviene del latín ‘dietus’, que significa régimen de vida o forma de hacer la vida en base a los alimentos.

Para el chef Raúl Rivera, el camino vegetariano es un sendero lleno de energía, que salva la vida de las personas a través de lo que se come, es existir sincronizado con la vida sin aceptar de manera silenciosa la violencia contra los animales, para luego tenerla circulando en nuestra sangre. En cambio, el doctor en nutrición Boris Calle opina que esta dieta no es completa. “Se ha visto que lleva deficiencia de proteínas y vitaminas como la B12. El humano no está preparado para una dieta vegetariana porque por naturaleza su cuerpo es omnívoro, no vegetariano”.

Para argumentar su postura, Calle se basa en las diferentes características fisiológicas que tiene el hombre. “No tenemos la capacidad de mascar como lo hace un animal vegetariano, nos faltan enzimas para ayudarnos a metabolizar, asimilar y digerir elementos que pertenecen al reino vegetal. Por este motivo, no podemos consumir cualquier tipo de producto no cárnico de la misma forma que hacen las vacas cuando comen pasto y encuentran nutrientes en él”, explica Calle.

Existen muchos tipos de vegetarianismo, unos más favorables que otros. “Estoy en contra del vegetarianismo estricto en el que no se consume animales, ni derivados, como huevos, lácteos o miel. Es imposible hacer una dieta saludable de esa manera porque no hay opciones de una mejor calidad de proteínas o vitaminas. En cambio, hay otra dieta más llevadera (ovolácteovegetariana) y permite adjuntar una buena cantidad de nutrientes”, insiste.

Por el cuidado que se debe tener para este cambio de alimentación, más adelante anotamos algunas sugerencias que nos da Rivera para este cambio en la alimentación. Antes de empezarla, debes consultar con tu nutricionista y tu médico.

Primero, la purificación. Para iniciar la dieta es necesario purificar el cuerpo a través de un ayuno corporal, sin alimento, con abundante agua tibia. Debe durar un día o dos. Es necesario que seas consciente del motivo del cambio de dieta. Si es por enfermedad, debes observar qué tipo de problema es y hacer el cambio con cuidado, sin esforzar demasiado al organismo que puede resentirlo. Generalmente existe resistencia del cuerpo, la que se traduce en falta de paciencia y mal humor. Cuídate también de no caer en el estrés alimentario, que se da cuando deseas comer algo y no lo tienes permitido, debiendo alimentarte con lo que no te apetece. Desayuna fruta seca. El primer día, después de la purificación, desayuna de 150 a 200 gr de papaya y manzana verde picada con miel, 250 ml de zumo de naranja, de cinco a 10 galletas integrales. Almuerza y cena lo mismo agregando a las frutas uno a dos plátanos con yogurt, limón y miel. Prepárate una bebida de linaza. Seguramente sentirás que tu cuerpo te pide grasa y querrás comer lo que encuentres (dulces, chocolates, masitas, fritos, sopas). Evítalos. Avena con leche. Este debe ser tu desayuno el siguiente día. Agrégale canela y clavo de olor. Añade una a dos porciones de pan integral y 30 minutos después, alguna fruta de la estación. El almuerzo debe consistir en una sopa de cereal (arroz, trigo o mote) con papa o chuño vegetal. El segundo, carne de soya o gluten con ensalada de zanahoria, rabanito y pepino con queso. Este día tu cuerpo te pedirá a gritos alguna preparación con carne o grasa. Reemplaza esta necesidad con soya o gluten, preparados como carne, en chicharrón o milanesa con aceite de oliva o aceite light, incluso a la plancha o al horno. Berenjena por soya. Cuando llegues al siguiente día, conserva la dieta del día anterior, pero cambia la sopa y varía la soya por berenjena y queso. Prepara una ensalada con vegetales cocidos y alguna salsa. Intercala la linaza con leche de ajonjolí o sésamo (tostado, licuado con agua y azúcar, miel o chancaca líquida). Con el paso de los días generarás hábito. Intercala preparaciones crudas con cocidas, proteínas y ciertas grasas. Agrega a tu alimentación el consumo de maní, almendras, nueces y bastante agua. Esta etapa dura al menos tres meses, hasta sentir una mejora. El inicio de la transición. La vegetariana es una cocina de amplio rango que comienza incorporando, en lugar de la carne, productos con alto valor proteico, como la soya y los derivados, el gluten, lácteos, etc. Por ejemplo, si se te antoja un chicharrón de cerdo o pollo, puedes comer uno de soya que te proveerá la sensación de la textura crujiente y el interior estará condimentado con salsa soya que provee la similitud con la sangre. Ésta, al cocinarse, se reduce, emanando un olor caramelizado característico. Busca la similitud del gluten. Cuando te antojes un platillo típico, como lechón de cerdo, replica la receta, pero con gluten. Éste, cocido en cualquiera de sus puntos, brindará la posibilidad de hacer filetes tipo asados o milanesas. Es muy dúctil, fácil de elaborar y también resulta económico. Si quieres pollo a la broaster. Elabora un broaster de gluten o berenjena. De este tipo de alimentos se antojan los que tienen hígados grasos. El sabor de las grasas es un gusto adquirido (frituras, mantequillas, cremas, mayonesas) que puede dejarse. Platos de carne molida. Existe la carne de soya molida. Es un producto que sirve para realizar desde platos con tuco hasta salsas de ajíes rojos o amarillos tradicionales. Acelga en lugar de pescado. ¿Quieres trucha o pejerrey? Recurre a la acelga en hoja o espinaca rebozadas y saborizadas tipo pescado.Aprende a preparar tus propios alimentos para no echar de menos aquellos que tanto te gustan y así seguir una dieta feliz y sana.Ansiedad

Paciencia, la principal arma. Una vez que tu cuerpo responde a la decisión y la fuerza de voluntad, comenzará una reprogramación biológica lenta que modificará tu conducta. En el proceso, el organismo sentirá la necesidad de ingerir carne. Ten paciencia y, si te ataca la ansiedad, consume un poco de ésta, pero sin hacerlo todos los días. Si caes en la tentación, vuelve a empezar.

Salud, control médico. Es necesario que te hagas un control médico mes por medio año, para ver si no te estás descompensando. Busca en la pirámide nutricional el cubrir todas sus escalas, evitando así las enfermedades o desequilibrios nutricionales. Asegúrate de qué alimentos están disponibles cerca de tu casa y cuáles te proporcionan las proteínas, minerales y vitaminas que necesitas.

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