domingo, 25 de mayo de 2014

¡Prohibido guardar en la nevera!

Miel, oliva y ajo.

Grumos y moho

Una baja actividad de agua, una gran concentración de azúcares un PH entre 3,5 y 4,5 y la presencia de peróxido de hidrógeno con efectos antimicrobianos y otras sustancias con propiedades antimicrobianas hacen que la miel no se ponga mala fácilmente mientras esté en un recipiente bien cerrado, por lo que no existe ninguna razón por la que haya que guardar este alimento en la nevera. Al guardar la miel en la nevera se cristalizaría.

El aceite de oliva hay que dejarlo en su envase en un lugar fresco y alejado de la luz o en envases que lo protejan de la luz pero nunca meterlo en la nevera ya que el frío hace que se condense rápidamente, se endurezca formando una pasta parecida a la mantequilla y, se altere su sabor.

Al meter los ajos en la nevera, empezarán a brotar pequeños tallos y se pondrán correosos y mohosos. Para evitar esto y conseguir que los ajos se mantengan frescos, lo más recomendable es guardarlos en una bolsa de tela en un lugar fresco y seco.

Cebolla y albahaca.

Brote y sequedad

La humedad de la nevera hace que las cebollas se ablanden y se pongan mohosas rápidamente, además empiezan a germinar pequeños brotes.

Para evitar que se pudran tan pronto hay que guardarlas en un lugar fresco y seco... ¡y separadas de las patatas! Si se guardan juntas se pudrirán antes porque al almacenarlas juntas emiten un gas que provoca que ambas se echen a perder.

Las cebolletas y los cebollinos, gracias a su alto contenido en agua, sí se pueden meter en la nevera.

La albahaca se marchitará rápidamente en la nevera y, además, absorberá todos los olores del resto de alimentos que haya a su alrededor. Es mejor guardarla fuera, en un vaso con agua fresca, como si fuera flores recién cortadas.

Si la intención es guardarla durante mucho tiempo, la experta en alimentación Martha Stewart recomienda hervirla y después congelarla en pequeñas bolsitas o en bandejitas para hacer hielo.

Tomate y papa.

Sin mucho sabor

Los tomates pierden todo su sabor en la nevera. El aire frío hace que se frene el proceso

de maduración, que es lo que les hace tan sabrosos. Además también se altera su textura ya que el frío rompe las membranas en el interior de las paredes de la fruta y la pone harinosa, por lo que lo más recomendable es poner los tomates en un bol, en una cesta o en un carrito.

Según Harold McGee, especialista en Nutrición, debido a su origen semitropical, “el tomate no tolera las bajas temperaturas, que hacen que pierda su aroma”, entre otras consecuencias.

Guardar una papa a baja temperatura hace que el almidón se convierta en azúcares por lo que se convertirá en dulzona y harinosa. Lo más recomendable es guardarlas en una bolsa de papel ya que gracias a su porosidad, las patatas tardan más en pudrirse.

La experta Martha Stewart

sugiere guardarlas en un lugar fresco, oscuro y con buena ventilación. De esta forma, las papas se pueden mantener “frescas durante varias semanas”.

Pan, palta y café.

Duros y sin aroma

El pan en la nevera se seca y se pone duro rápidamente. Es preferible guardarlo en una bolsa de tela para evitar que se ponga duro, como en la bolsa de papel, o correoso como el chicle, en la bolsa de plástico.

Si no se va a consumir en breve, la mejor opción es cortarlo en rebanadas, envolverlo en papel de plástico para que conserve la humedad y congelarlo. El pan de molde sí se puede guardar en la nevera pero, siempre en su bolsa para que no se seque.

Si hemos comprado paltas maduras y no queremos usarlas todavía, no hay que meterlas en la nevera para “que aguanten más” sino dejarlo en un lugar fresco y con poca luz porque al meterlo en la nevera se pondrá completamente negro y duro como una piedra.

El café pierde todo su sabor dentro de la nevera y, además, cogerá todos los olores del resto de alimentos que tengamos dentro.

Expertos insisten en que el café debe guardarse en sitios frescos y oscuros para que guarde su aroma, su sabor y su frescura.


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